Siempre me ha parecido que el 'coser' es el cuidadoso arte de la paciencia y del punto imperceptible. Nunca pude, a pesar de mis intentos, coser con maestría. Por eso, cuando voy a Tembladera, traigo a la memoria mis líos nada artísticos con las agujas y los hilos. Doce "nuevas aracnes" arpilleras trazan sobre las telas de colores los puntos que unen lo artístico a lo empresarial, capitalizando su destreza. Los cuentos arpillados recrean, con mucha imaginación, ora antiguos relatos mochica ora cuentos navideños, preparados para exportar a Austria en noviembre.
Ellas conversan conforme avanzan en su laborioso y disciplinado esquema de producción, diversificando con miras a proyecciones mayores que las de un oficio doméstico. Ellas comparten sueños y esperanzas en cada puntada de color, delinenado personajes al compás de su canto y de sus risas.
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