22.11.07

...compañeras de ruta

Este mes ha sido de reencuentros, muy emotivo y bastante enriquecedor... A inicios del mes llegó mi amiga de infancia Svetlana, Sive para los amigos, luego de 10 años y dos meses nos volvimos a ver, a veces el tiempo planificado se extiende. Para vernos tuve que ir a casa de mis padres, fue muy lindo salir e ir a la casa de al lado y preguntar por ella, como lo hacíamos en cada verano, o cuando ella desde su ventana gritaba "Giuliiiiiii, salessssssss?", cosas de chicos. Un abrazo de muchos minutos intentaron cubrir todo el tiempo y distancia recorrida, conversamos como "loras" toda la tarde, recordando tantísimas anécdotas y "poniéndonos al día" de nuestras vidas, de hecho el tiempo fue muy corto, los años nos cambian pero nuestra amistad no. Fue tan linda esa tarde, no sé cuantos años esperaremos para que se repita. Mi querida amiga "Pebbles" se llevó consigo ése sentirse de nuevo en casa que, bien dice ella, siempre lo lleva en su corazón, nuestro deseo de superación siempre marca nuestro rumbo, y ella ya lo tiene trazado lejos de casa, pero siempre será mi vecina y cómplice de tantas aventuras.
_
Cruzando el charco llegó Anni, mi entrañable amiga con quien en tan poco tiempo compartimos muchas cosas, y conformamos un círculo fraternal con cuatro amigos más, su llegada no sólo refrescó este espíritu de compartir sino que nos recordó que las distancias no son barreras para ser amigos. Claro, esa semana que estuvimos juntas, comimos de todo ya que era su reencuentro con nuestra comida, entre vasos de chicha morada conversamos de todo, y con los cocteles experimentales de Ruth, conversamos mucho más, tantas preguntas, tantas respuestas, tantas historias. Mi querida Annikin, dejó mi casa llevándose gratos momentos que van más allá de las fotos, porque los mejores momentos no son fotografiados, y, como si fuera a dar una vuelta por el parque, salió y prometió no tardar en volver.
_
Noviembre se va, Diciembre también, y el año ni hablar... cuánto hemos cambiado en este tiempo, cada segundo que vivimos algo de nosotros cambia, y aunque suene extraño, cuando te reencuentras con amigos que llenan tu vida sientes que el tiempo no existe y somos los mismos de siempre.

1.11.07

Por Chan Chan

Hace varias semanas volví a visitar Chan Chan, la ciudadela de barro más grande del mundo, la última vez que fui tenía trece años. Me sorprendió llegar y no ver mucha gente pese a ser domingo, pero al menos permite tener una vista despejada y no tienes que esperar que la gente se mueva para conseguir fotos algo interesantes, además de respirar historia en la brisa y ver cada grano de arena componer el testimonio de nuestros antepasados.
A pesar del sol, de la humedad permanente, las lluvias, la ignorancia de nuestros compatriotas y el olvido de los que dirigen la cultura nacional, Chan Chan sigue de pie, como mudo testigo de los pasos de los antiguos chimú, de la resistencia ante los incas y su refugio con sus huachaques de vida.
Me admira la simpleza de sus murales, las líneas tan claras y su manera de representar el mundo que vivieron, supongo más natural y libre de cualquier contaminación. Aquellos íconos elementales pero tan representativos de su entorno que incluso son más reales que la propia realidad. Cada detalle de Chan Chan es un digno cuadro de colección, esperemos que a nivel local sea más reconocido, conservarlo es también defenderlo.