19.7.07

Cuesta arriba

Tenía clases ese domingo, entregué los trabajos pendientes y pedí permiso para participar en el último día de taller con los promotores comunicacionales del Valle Santa Catalina, como parte del proyecto CIP. Me dijeron que el último día sería trabajo de campo, el punto de encuentro era Poroto donde nos esperaban nuestras comisiones y algunas sorpresas más.
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Mi grupo tuvo la tarea de presentar un reportaje sobre turismo en Poroto, felizmente contábamos con Lucho, que conoce cada recoveco del lugar y entusiasma al visitante para recorrerlo todo; pero el tiempo sólo nos permitió escoger un lugar, así que partimos rumbo a las cuevas que albergan algunos restos de la cultura gallinazo, posiblemente.
Según Lucho, único chico del grupo, el camino era corto, solo una hora de camino. Claro, él no contó con que su equipo sólo camina en tierra plana (!). Iniciamos el recorrido atravesando un cementerio, Shirley parecía saber donde estaba el último residente llegado al lugar y contaba historias bien ambientadas en el cementerio; al salir de allí, cruzamos algunas casas evadiendo a algunos perros que no les importaba nuestra misión.
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Recién había pasado media hora y nos dimos cuenta que la subida no sería en una hora, por lo menos no a nuestro paso. Yo iba al final, tomando fotos de algunos detalles que llamaban mi atención y permitía descansar mi andar. Al pasar por una rocas enormes, Shirley gritó y la vimos saltando, "una culebra, una culebra" repetía, nos acercamos un poco y la vimos, no era muy grande, pero era muy colorida, le tomamos fotos y nos fuimos. Luego nos enteraríamos que era la venenosa Coralillo.
Parecía monótono el camino, piedras, y piedras alrededor, el cielo despejado y el silencio nos observaban en complicidad con el vuelo de los gallinazos. Por algunos tramos podíamos ver parte del valle que iba tomando forma, el panorama se ampliaba, nuestro cansancio tambien. Joselyn y Lucho, conocían el lugar a la perfección, avanzaban y regresaban, siempre entusiastas, nos hablaban de los cactus, del uso de las piedras enormes, de la soledad y olvido de esos lugares, con eso nuestro camino se hacía más ameno, aunque la compañía misma del equipo era motivadora.
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Ya faltaba poco, veíamos la cima muy cerca y sabíamos que las cuevas estaban cerca. Nuestras ganas de llegar aumentaban y aunque las piernas se sintieran más pesadas, no importaba más. Preferí quedarme a tomar fotos por unos instantes, y sin darme cuenta me quedé abajo y todos llegaron a la cima. Opté por quedarme.


"Lo que importa no es llegar sino el camino" canta Fito Paez, pero si estás tan cerca, vamos de una vez, no?, hacía tanto tiempo que no subía cerros, solía caminar por la playa por horas pero las tareas del trabajo, la casa y los estudios veo que me han atrapado. Seguí subiendo y llegué, la gente en silencio observaba el paisaje, la maravilla de la naturaleza y el murmullo del viento nos cautivó de inmediato, media hora arriba riendo por la travesía, jugando con el eco, haciendo planes por volver, por acampar, por explorar los demás cerros, hasta que ya era hora de bajar... pero eso es otra historia ;)
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___un post adicional
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