Visité el taller de "Los García", el famoso "Rostro Inconcebible", desde ya, al escuchar ese nombre me causó curiosidad... nos fuimos a la Campiña de Moche, a unos 20 minutos de Trujillo, allí encontramos al taller, el bus de los turistas ya se había ido, nuestra visita tenía por motivo observar el movimiento turístico en la zona, así que nos quedamos en el taller esperando al siguiente bus.Al recorrer visualmente todo el taller, encontré juegos de cuadros que sospeché tenían algo que ver con el nombre del taller, al preguntar, había acertado. Estos artesanos de generación en generación han venido trabajando el barro tal cual lo hacían nuestros antepasados moche, pero no solo las costumbres se mantuvieron, los rostros también.
-
Según me contó Segundo García, uno de los artesanos, el nombre lo tomaron cuando unos investigadores alemanes hicieron un registro fotográfico de los pobladores y los huaco retrato, y encontraron muchas similitudes, especialmente en esta familia, "Los García", a estos foráneos les pareció inconcebible que pese a la mezcla étnica aún se mantengan los rastros de estos rostros.
El siguiente bus no llegaba, así que seguimos preguntando y tomando muchas fotos más, a los turistas les gusta mucho llegar y encontralos trabajando, habían bolsas de barro preparado, sus herramientas y moldes estaban en un rincón del taller; se veía tan fácil cada trazo que hacían sobre el barro, y el retoque de las líneas que los moldes dejaban. Nos cuentan que también tienen reliquias familiares como moldes de ceramios moches originales.
El tiempo pasaba, y el bus no llegaba, para tranquilizar a la fotógrafa le dieron barro y un pequeño molde para que se distraiga y deje de lado la cámara... Pues me gustó mucho, aparte que me dijeron que el barro era muy bueno para la piel, no hice gran cosa pero me sentí feliz por hacerlo. Resultado un guerrero moche en forma de crustáceo, listo para secar y entrar al horno.
El bus nunca llegó, nos vamos a las Huacas a seguir nuestra observación, no sin antes escuchar a Javier tocando al místico pututo despedirnos acompañados tras el canto de "Conache", un perro viringo, también milenario heredero de nuestra cultura.
El tiempo pasaba, y el bus no llegaba, para tranquilizar a la fotógrafa le dieron barro y un pequeño molde para que se distraiga y deje de lado la cámara... Pues me gustó mucho, aparte que me dijeron que el barro era muy bueno para la piel, no hice gran cosa pero me sentí feliz por hacerlo. Resultado un guerrero moche en forma de crustáceo, listo para secar y entrar al horno.
El bus nunca llegó, nos vamos a las Huacas a seguir nuestra observación, no sin antes escuchar a Javier tocando al místico pututo despedirnos acompañados tras el canto de "Conache", un perro viringo, también milenario heredero de nuestra cultura.